La artista
La ciudad campo de reconocimiento de la historia, sus habitantes y las estéticas a lo largo del tiempo, forma parte del motor de trabajo de Ana Lucía Tumal, quien encuentra en los despojos de las ciudades esa tierra que transforma en esculturas y que habla de la fragilidad de nuestro tránsito por estas urbes.
Esta egresada del programa de Artes Plásticas de la Universidad de Nariño continúa explorando y estudiando los materiales que permiten consolidar su obra. Ha formado parte de varias exposiciones colectivas, como “En frontera, encuentro artísticos Colombia y Ecuador” (2018), Salón Internacional de Arte Indígena Manuel Quintín Lame (2016), “Imagen Regional 8 “ (2016) y 15 edición del Salón Regional de Artistas (2015). Actualmente reside y trabaja en Pasto (Nariño).
Barro y los imaginarios urbanos
Este proyecto fue la oportunidad para que Ana Lucía Tumal generara un espacio de reflexión y participación, a partir de la memoria colectiva e individual, de un territorio de tradición alfarera como Tunja, y explica cómo el barrio podría posibilitar un quehacer en la construcción de un nuevo imaginario urbano desde la escultura.
Para ella, era la posibilidad de “hacer un reconocimiento desde los imaginarios urbanos, así como los mitos y tradiciones, con un elemento simbólico y con mucho poder dentro del lenguaje plástico como el barro. Un espacio abierto a experimentar, a tocar y a palpar un material tan noble y humilde, y cómo desde sus capacidades este puede manifestarse para un público abierto, dispuesto a la experimentación”.
Por este motivo hubo salidas de campo para dibujar y hacer memoria, para luego dedicarse a trabajar en barro y ver cómo este material potencia el trabajo en equipo y la creación colectiva.
En el taller participaron varias generaciones que le sumaron capas de interés a todo el ejercicio, que se exhibiría al final del laboratorio en una exposición en el precioso claustro de San Agustín. La museografía fue particularmente interesante al mostrarse los paisajes creados en barro dentro de las cajas de madera abiertas, que hacían de cada pieza casi un objeto escenográfico. De igual manera se enmarcaron, en marcos labrados de barro, dibujo de los participantes.
Tumal termina contando que “iba en esa búsqueda en la inquietud del oficio que siento que es vital; es un conocimiento que se ha ido perdiendo, y desde mi quehacer sentí la necesidad de seguir investigando y perfeccionando la técnica para luego compartirla en otra oportunidad y dejar un semillero, y mostrar cómo desde la escultura en barro se puede potenciar un lenguaje”.