Escrita el 6 de septiembre de 1815, la Carta de Jamaica se convirtió en uno de los bastiones de la libertad en América. En este documento —redactado originalmente en inglés—, Simón Bolívar expuso las causas y razones que justificaban la independencia de España, promulgó la unión de las naciones americanas e hizo énfasis en el gran potencial del territorio, en términos de riquezas y población, en pos del sueño de un continente americano libre y unido.
Aquellos ideales de la unión americana se fueron desarrollando de manera discursiva a lo largo del siglo XIX, mientras, paradójicamente, el territorio se dividía en naciones independientes. Los ideales utópicos de unión de Bolívar se fueron desvaneciendo en discursos adaptados a múltiples tendencias políticas, en boca de presidentes, caudillos, disidentes o dictadores.
Así se evidencia en la obra de Alexander Apóstol que retoma la Carta de Jamaica y nos presenta a un grupo de dirigentes populares en una vieja oficina municipal de Caracas, quienes, sin entender lo que leen, producen un discurso incomprensible y distante.
Los discursos de nación se reforzaron con variados símbolos patrios, entre ellos uno de los más representativos: la bandera. Diseñada originalmente por Francisco de Miranda y Lino de Clemente hacia 1801, en Colombia solo se institucionalizó en 1861. Compuesta por tres franjas de color, la bandera compartida con Venezuela y Ecuador simboliza la riqueza, los mares y la sangre de los héroes de la patria, y busca contener en ella la historia y la nacionalidad de su gente. La bandera nacional aparece representada en las obras de Débora Arango, Carlos Correa, Daniel Rodríguez y Pepe Gómez, insignia nacional que se vuelve materia en el trabajo del Colectivo Maski. Esta obra rememora el famoso Monumento a las Banderas, construido en 1948 con motivo de la IX Conferencia Panamericana, celebrada en Bogotá, símbolo de un acontecimiento que retomó los ideales de unión del continente y derivó en la creación de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Dicha unión se encuentra representada en el Canto general, extenso poema épico publicado por Pablo Neruda en 1950, y que aquí ilustran Virginia Amaya y Pedro Alcántara, como recuerdo de la utopía que no se debe olvidar.
