El artista
A lo largo de su carrera. Juan Fernando Vélez (Manizales, 1973) se ha destacado por emplear técnicas pictóricas relacionadas con el cartelismo o la gráfica manual para elaborar sus piezas, caracterizadas por sus colores estridentes, composiciones geométricas, repetición de patrones gráficos, referentes y visuales prehispánicos y el uso de estrategias ópticas, como el manejo de plantillas y contornos de colores para crear un efecto 3D, al igual que la imagen estereoscópica que alude a la experimentación en la pintura bidimensional.
Egresado de la Universidad de Antioquia en 1998, ha desarrollado su pintura con el concepto de ecología integral y considera que la serie de Pachamama es su trabajo más relevante hasta la fecha.
“Comencé la serie hace ocho años, con un conjunto de pinturas mixtas sobre lona; mezclaba técnicas gráficas y pictóricas con una reflexión ecológica ampliada a la relación ancestral del hombre y el medio ambiente, el autocuidado y el buen vivir. A medida que fue avanzando en la revisión de la información y en la formalización, mis intereses conceptuales y comunicativos me llevaron a la necesidad de plasmar la propuesta artística en los muros de la ciudad, como una obra bidimensional expandida y abierta a la contemplación del transeúnte en el espacio público”.
Actualmente es profesor de la Universidad de Antioquia y la Fundación Universitaria Bellas Artes, y continúa realizando sus trabajos de gran formato.
Conciencia pachamama: arte de calle para el buen vivir
Por medio de los cruces producidos entre la geometría sagrada, la cosmogonía de algunas culturas ancestrales y los diseños prehispánicos de Antonio Grass, el artista Juan Fernado Vélez hizo un laboratorio para concientizar, desde las imágenes detonadas por el cruce de estos mundos, reflexiones alrededor de la protección ecológica y la relación armónica del hombre con la naturaleza.
Esto porque los problemas que tienen que ver con el medio ambiente son el fundamento que motiva su producción artística, exhibida tanto en el cubo blanco de las galerías de arte como en las calles. De hecho, son estas las que han permitido dar a conocer mejor su mensaje.
Haciendo uso de su experiencia desarrollada desde el graffiti, el muralismo e intervenciones en el espacio público, Vélez hizo en Armenia, para un público de muy distintas características -que fue mutando día tras día-, imágenes que partieron de plantillas elaboradas por el mismo, así como con otros diseños nacidos del interés de los participantes. Su laboratorio empezó en uno de los muros del Museo del Oro Quimbaya, un espacio a la vista del público, mientras se elaboraba, llamó la atención de los transeúntes, muchos de los cuales se convirtieron en testigos del nacimiento de las imágenes y curiosearon sobre el trabajo de Vélez y su propuesta artística. El diálogo sostenido con cada una de las personas del público fue muy significativo para el tallerista, quien vio en esta experiencia de Obra Viva un espacio para socializar los conocimientos de otra manera.