En anteriores entregas me he ocupado del repertorio colombiano para orquesta sinfónica, banda sinfónica, sinfónico-coral, vocal y coral; siendo ahora el turno para el repertorio de cámara, enfocado en orquesta de cámara y grupos de cámara, dejando para una última entrega las obras de música contemporánea, por su diversidad de formatos. No es de extrañar que en Colombia haya una gran cantidad de obras de cámara en formatos tradicionales, esto en parte porque hay una gran cantidad de auditorios pequeños en dimensiones de escenario y capacidad, la mayoría de estos dentro de los campus universitarios, museos y bibliotecas.

Comienzo con algunas obras escritas para orquesta de cámara. El director colombiano Germán Céspedes, realizó la producción discográfica Desde Rusia: notas sinfónicas de Colombia con las orquestas Camerata San Petersburgo y la Orquesta Sinfónica de Rusia, en el 2000. Céspedes hizo una selección de obras de Guillermo Uribe Holguín, Antonio María Valencia, Manuel Benavides, Alex Tobar, Luis Antonio Escobar, Jesús Pinzón y Luis Carlos Figueroa, dentro de las cuales destaco Serenata en Málaga, de Alex Tobar; Concertino para cuerdas, Op. 104, de Uribe Holguín; y Concertino para flauta, orquesta de cuerdas y timbales, de Figueroa; aunque recomiendo al curioso lector escuchar la totalidad de esta producción discográfica.

De otra parte, las nuevas orquestas de cámara de Bogotá han venido haciendo un interesante trabajo de difusión de obras recientes como Taurus, de Jorge Pinzón; y del Concierto para tiple y orquesta de cuerdas, de Lucas Saboya, por citar algunos ejemplos. El cuarteto de cuerdas es uno de los formatos más arquetípicos de la música de cámara, que ha tenido un mayor crecimiento en repertorio y agrupaciones en las últimas décadas. Dentro de los cuartetos históricamente reconocidos están Cuarteto No. 2, de Fabio González-Zuleta y el Cuarteto para cuerdas No. 5, Op. 198, de Blas Atehortúa, a los que ya se suman el Cuarteto palenquero (cuarteto No. 2) de Carolina Noguera Palau; …y los delirios, otra razón, de Juan Camilo Vásquez; y ADAS, de Guillermo Carbó. Estas obras han sido interpretadas por prestigiosos cuartetos nacionales y extranjeros como Cuarteto M4nolov, Cuarteto Q-Arte, Cuarteto Latinoamericano, Cuarteto Diotima, y Cuarteto Amernet.

Finalizo esta parte con algunas obras escritas para otros formatos. Una de las obras que hace parte ya del repertorio y de los currículos de enseñanza del clarinete en Latinoamérica es Tres piezas para clarinete solo, Op. 165, de Blas Atehortúa, un proyecto que trabajó conjuntamente con el clarinetista chileno Luis Rossi, quien la relanzará el próximo año en su nueva producción discográfica Weber, Strauss, Atehortúa, en su versión de concierto. De Francisco Zumaqué destaco dos breves piezas para violín y piano, Ocaso en el Sinú, y Soledad de María. Estas poco conocidas obras muestran un perfil muy diferente a su reconocible estilo musical, cercano al latin-jazz y a los ritmos afrocaribeños colombianos. Para este mismo formato, está la Sonata para violín y piano, Op. 75, de Guillermo Uribe Holguín. De Amparo Ángel destaco El encantador de pájaros, una pequeña pieza que ya hace parte del repertorio de los flautistas latinoamericanos; y para cerrar la recién estrenada obra de Damián Ponce La ruta de la mariposa, escrita para el violonchelista Santiago Cañón por encargo del Banco de la República, y que tuvo un poco común estreno por canales digitales, medio que permite constatar la buena recepción del público a toda la producción, que tiene hasta el momento (noviembre de 2020) siete mil seiscientas reproducciones en Facebook.

 

Consulta más artículos de esta serie:

Parte 1 | De lo antiguo y lo nuevo de la música académica colombiana »

Parte 2 | Obras de gran formato »

Parte 3 | Obras corales y vocales »

Parte 4 | Obras de cámara »

Parte 5 | Música contemporánea »

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Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango.