Elena Sandoval es licenciada en literatura de la Universidad del Cauca El contexto de la región donde creció y los impactos del conflicto armado la llevaron a especializarse en Culturas de Paz y Derecho Internacional Humanitario y pensarse la paz desde su lugar como docente.

En 2017 se vinculó como mediadora de La Paz se toma la palabra en Popayán, inicialmente trabajando con comunidades rurales del Cauca a través de las maletas viajeras y luego llevando las metodologías y herramientas del proyecto al Comedor Comunitario Pioneros en la Comuna 6, donde actualmente realiza su mediación con un enfoque antiadultista. 

Este comedor inició para promover la seguridad alimentaria de los habitantes de la comuna, y se ha fortalecido con actividades culturales y artísticas enfocadas en la perspectiva de ciudad y el buen vivir, un principio que se basa en el neologismo quechua Sumak Kawsay, que recoge una visión del mundo de las comunidades indígenas andinas, centrada en el ser humano como parte de un entorno natural y social para vivir una vida en plenitud entre lo material, lo espiritual, la armonía entre comunidades y con la naturaleza. Elena menciona que “las experiencias artísticas nos permiten conocer las diferentes narrativas de ciudad que existen y así abordar el buen vivir desde allí”. 

Con este principio empezó a implementar talleres con las herramientas del proyecto con cerca de 50 niños y niñas que hacen parte de la población migrante, campesina o han sido víctimas del conflicto. Los talleres buscan resaltar la agencia que tienen las niñeces para la transformación de las realidades, de sus propios contextos y su capacidad de acción en la construcción de paz, convivencia y buen vivir. A Elena le gusta iniciar su metodología con la cartografía corporal a través de la herramienta ‘Hechos de paz’, allí los participantes se dibujan y plasman sus sentires, emociones y sueños, generando un detonante para conversar alrededor de lo que significa ser niño o niña en esta sociedad.

Por otro lado, el libro ‘Los niños piensan la paz’ es una de las herramientas que pone en práctica para comprender la magnitud de estas agencias. A través de él, los participantes expresan sus nociones sobre el buen vivir, sus imaginarios e incluso sus anhelos y sus respuestas les enseñan a los acompañantes y cuidadores a salirse de la perspectiva adultista, deconstruirla y volcar la mirada a hacia los niños y niñas como agentes que tienen mucho por decir y aportar. “Este libro nos hace posicionarnos a nivel de las perspectivas de ellos para entender cómo comprenden y cómo podemos redefinir lo que consideramos paz” cuenta Elena. Otra de las herramientas que es transversal en este proceso es ‘Pido la palabra por la paz’ que se implementa con los papás y mamás, a quienes se les plantean preguntas de la baraja cómo ¿En qué momento se vuelven violentas nuestras palabras? ¿De qué manera le demuestras a los demás que pueden confiar en ti? y ¿Quién es tu ejemplo de paz? que les ayuda a profundizar y reflexionar sobre sus prácticas, actitudes y acciones, en especial, en torno a sus hijos e hijas y cómo algunas de ellas pueden minimizarles, opacarles, hacerles sentir que no tiene voz o que su opinión no es válida. Los talleres pretenden realizar un fanzine que recoja las percepciones de los niños sobre el buen vivir y la convivencia y que los adultos los reconozcan como un actor importante dentro de la sociedad.

Hablar de paz en una región como el Cauca no es fácil debido a que sigue siendo azotada por la violencia. Sin embargo, Elena menciona que el proyecto ha tenido un impacto muy grande en la región, no solo por las herramientas, sino principalmente por el tejido que se hace con la Red de mediadores del departamento, que lideran diferentes procesos inspiradores, en especial con niños y niñas y fortalecen los escenarios para que ellos y ellas sean agentes transformadores que se tomen la palabra para construir un mejor país que pueda vivir en dignidad y armonía. 

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Los niños y niñas construyen paz
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