La historia de vida de Isaac Bello no ha sido fácil, siendo muy joven sufrió una enfermedad que redujo notablemente su visión y alteró su sentido del tacto, una condición física que lo obligó a replantearse totalmente su vida cuando era un estudiante de Artes Plásticas en la Universidad de Caldas. La Biblioteca Luis Ángel Arango ha sido testigo de su redención, en este espacio Isaac encontró libros, servicios y personal de apoyo que lo ayudaron a continuar con su formación como artista y a encontrar inspiración para sus obras.
Isaac nació en Tenjo (Cundinamarca) en 1983, desde muy niño le gustó dibujar y empezó su formación como pintor a los 15 años observando a Araceli Rivera, una artista de La Dorada (Caldas). Un par de años más tarde inició estudios de Artes Plásticas en la Universidad de Caldas y fue entonces cuando sufrió una meningitis e hidrocefalia, que dañó parte de su sistema nervioso y alteró todos sus sentidos, perdió la sensibilidad y la fuerza de los músculos y, lo más grave, la visión: quedó con una reducida agudeza visual de 7%, la cual es más periférica que frontal.
Ante estos sucesos, debió volver a empezar de cero con los dibujos y relata que no entendía cómo ejecutar los formas, la luz, las sombras… Además, debía ejercitar sus brazos para que no se atrofiaran, no tenía sensibilidad ni fuerza. Y aunque los médicos le indicaron que no podría volver a pintar, él no se resignó y continuó con sus ejercicios artísticos, tuvo periodos de mucho estrés, pero nunca desfalleció.
Se trasladó a Bogotá y en el Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos (CRAC) volvió a aprender a hacer las tareas cotidianas, a movilizarse y a orientarse en la ciudad. Allí reconocieron su gran talento como artista y lo apoyaron para exponer algunas de sus cerámicas en el Museo Colonial y una serie de dibujos de figura humana en el Museo de Santa Clara.
Hace unos años llegó a la Biblioteca Luis Ángel Arango en compañía de un hermano para aprovechar todos los recursos existentes para personas con baja visión e invidentes, se topó con las cabinas de la Sala de Colecciones Básicas que resultar ideales para realizar con comodidad sus prácticas de dibujo; y con colecciones bibliográficas que lo maravillaron, en especial los libros de arte en los que puede inspirarse con las formas, los colores y las dimensiones de otros artistas. Siente que estas actividades le generaron algunos cambios visuales o tal vez de reconocimiento que le han permitido mejorar sus propios dibujos y pinturas.
Pero además de los libros, Isaac ha aprovechado la Biblioteca de muchas formas: asiste a talleres, utiliza la sala con acceso a internet y en la Sala de Música se relaja cuando escucha discos y hasta canta.
Como dato curioso, relata que debido a la alteración del sentido del tacto se le dificultaba la lectura del braille convencional (impreso en papel), pues no lo percibía; pero en la Luis Ángel encontró un material con un sistema un poco diferente (puntos braille un poco más altos y en una especie de silicona), que, según él, es mucho más sencillo para las personas que están aprendiendo el alfabeto braille o han tenido problemas con el sentido del tacto porque se facilita la percepción. Recuerda especialmente un libro de la colección en braille, El poder contra la fuerza, y reconoce que este título lo ayudó a fortalecerse emocional y espiritualmente.
Isaac admira la obra de David Manzur, con quien tuvo contacto hace algún tiempo y a quien le pudo mostrar algunas de sus obras. Cuando se le pregunta por su estilo, reconoce su preferencia por el impresionismo y por el carboncillo (porque es más vibrante), los sepias, los óleos y las acuarelas.
Su mayor anhelo es ser independiente para poder recorrer varios lugares y continuar su aprendizaje a través del arte, entregando lo mejor con sus obras. Concluye que la Biblioteca Luis Ángel Arango es un lugar maravilloso donde se puede compartir y crecer con el conocimiento de los libros y de las personas que se encuentran allí.
