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Retrato de Josefa del Castillo

Imagen: Retrato de Francisca Josefa del Castillo

Francisca Josefa del Castillo y Guevara (1671-1742) fue una religiosa nacida en Tunja que ocupó el cargo de abadesa, maestra y portera del convento de Santa Clara en la misma ciudad. Dentro de la sociedad colonial su familia ocupó una destacada posición social, pues su padre ejerció el oficio de teniente de minas de la ciudad y su madre provenía de descendencia hidalga. Lo anterior, facilitó a Francisca Josefa aprender a leer y escribir, conocimientos que perfeccionaría al ingresar en el convento en 1689.

Su legado es importante para el estudio de la sociedad religiosa neogranadina, pues a partir de sus escritos místicos y religiosos es posible conocer la vida conventual en el periodo colonial, los ideales de buen comportamiento y las vivencias de las religiosas en clausura. Este acervo documental está compuesto por cinco libros que reúnen manuscritos agrupados y encuadernados por la religiosa. Algunos de ellos cuentan con trascripciones realizadas por el escritor Darío Achury Valenzuela y que están a disposición el público en la Sala de Libros Raros y Manuscritos.

Portada de los Afectos espirituales

Imagen: Portada de los Afectos espirituales

El primer libro manuscrito (MSS071) contiene a modo de introducción una pequeña relación bibliográfica de la religiosa. A continuación se da inicio a la primera parte de los Afectos espirituales, un conjunto de versos y poemas en los que Castillo y Guevara exalta la labor de los santos, la virgen María y los sacramentos, así como algunas meditaciones sobre varios pasajes de la biblia.

El segundo libro (MSS072) contiene el texto titulado Mi vida, autobiografía de Josefa del Castillo escrita por recomendación de sus confesores personales, Juan de Tovar y Francisco Herrera. En esta, Castillo y Guevara narra las visiones místicas que tenía desde los 7 años, y que se manifestaban a través de sueños. Mi vida está dividido en cinco cuadernos en los que la autora recopila de forma cronológica sus vivencias. En el primero de ellos, da cuenta de sus primeros años de vida, desde su nacimiento hasta la edad de 18 años aproximadamente, cuando decide entrar al convento, afligida por haber rechazado un compromiso y por las diferentes visiones que tenía y que le causaban temores que solo podía calmar a través del refugio que encontraba en la oración.

En el segundo cuaderno, describe las principales causas de sus tormentos en vida, las enfermedades constantes que padeció y en medio de las cuales sufrió desmayos y convalecencias en las que tenía visiones místicas y premoniciones. El tercer cuaderno muestra las acusaciones que las abadesas y novicias del convento hicieron sobre ella, en los que sostenían que la religiosa no tenía visiones místicas, sino que sufría de enfermedades que la hacían delirar. Este tipo de tensiones llegaron a ser tan fuertes que incluso sus confesores pensaron en cambiarla de convento.

En el cuarto cuaderno, narra su experiencia como maestra de novicias y los problemas que esto le acarreó con las superioras por enseñar a leer a otras monjas. Allí también relata vivencias cotidianas dentro del convento y el ingreso de su hermana al convento después de enviudar. Esto último también generó disputas y desprecio por parte de otras religiosas que pensaban que al igual que Francisca Josefa, su hermana también tendría visiones místicas. Finalmente, en el quinto cuaderno describe los padecimientos y tormentos que sufría, debido a visiones que tenía sobre la muerte. Una copia transcrita de Mi vida está consignada bajo la signatura MSS4177.

El tercer libro manuscrito (MSS076) contiene diferentes escritos de Castillo y Guevara; uno de Juan Bautista del Toro, sacerdote de la época; y una novena impresa. En su totalidad, está compuesto por 14 documentos entre los que sobresalen un modelo de cómo hacer un testamento antes de morir, un listado de recomendaciones para la preparación de fiestas religiosas, una lista de letanías y una oración de liturgia de las horas escritas por Del Toro, un listado de indicaciones espirituales que debía cumplir toda monja que ingresaba al convento de Santa Clara, una historia de vida de María Magdalena de Pazzi (a quien Castillo y Guevara guardaba especial devoción) y siete novenas escritas por Francisca Josefa a diferentes santos entre los que sobresalen Santa Teresa de Jesús, Stanislao Kostka, Santa María Magadalena de Pazzi y San Agustín. Asimismo, llama la atención la presencia de una carta apócrifa escrita por Publio Léntulo, supuesto gobernador de Judea que antecedió a Pilatos, en que describe al Senado de Roma la personalidad de Jesús como un “cristiano piadoso”.

Libro de cuentas de José Enciso

Imagen: Libro de cuentas de José Enciso

El cuarto libro (MSS073) fue originalmente un libro de cuentas que perteneció al cuñado de Castillo y Guevara, José Enciso y Cárdenas, que fue encomendero de Tunja a fines del siglo XVII. Este libro fue usado por la religiosa para escribir la segunda parte de sus Afectos espirituales, en las hojas que no había utilizado Enciso y Cárdenas. A diferencia de la primera parte de los Afectos espirituales, este contiene una transcripción de un poema de Sor Juana Inés de la Cruz, religiosa mística de la Nueva España; meditaciones sobre la pasión de Cristo y el viacrucis, así como varios escritos llamados “afectos”, enumerados de forma aleatoria y que tratan de diferentes temáticas. Algunos de ellos son: “Salida del alma al campo de verdades”, “Ocupación del alma en la vida”, “Guía para la vida eterna” y “Subida del alma a monte de la mirra”. Existe una copia transcrita y mecanografiada una parte de este libro bajo la misma signatura.

El quinto libro (MSS074) es el cuaderno de gastos ordinarios que diligenció Francisca Josefa en calidad de Abadesa del convento, cargo que ocupó en tres oportunidades. En él se encuentran las cuentas que llevó la monja en pesos, reales y fracciones entre 1718 y 1732, y que actualizaba cada semana. A partir de la información allí contenida, es posible conocer los pagos que se hacían a los aguadores e indios que hacían el abasto de leña para el convento y limpiaban las calles frente al claustro. El tipo de alimentos que consumían las religiosas en días ordinarios y de fiestas, los rubros dedicados a la salud de las monjas (compra de medicamentos, costo de sangrías y servicios médicos y barberos), así como el monto que destinaban al cuidado de la iglesia y el convento y los oficios religiosos. Las primeras treinta páginas de este libro de cuentas también están transcritas y mecanografiadas bajo la misma signatura del manuscrito.

Finalmente, se encuentra una carpeta que contiene dos cartas que, desde el arzobispado de Bogotá, se enviaron a Antonio María del Castillo, sobrino de la religiosa y quien conservó sus escritos. En la primera de ellas, fechada el 3 de junio de 1842, el arzobispo le pide que le envíe una copia del manuscrito de Publio Léntulo que conservaba Castillo y Guevara. La segunda carta es del 15 de diciembre de 1842, y contiene la respuesta a un oficio que Antonio del Castillo había enviado al arzobispado, en el que pedía que le ayudaran a ubicar el lugar en el que había sido sepultada la religiosa, pues hasta 1832 no habían podido determinarlo.

Texto redactado por Juan Sebastián Ariza Martínez