La increíble facilidad con la que actualmente producimos imágenes fotográficas con cámaras digitales y análogas, de todas las calidades, tamaños y formas, y nuestros teléfonos móviles, nos hace difícil imaginar los azares y las complicaciones de los primeros años de la práctica fotográfica. Durante la década de 1840, la fotografía era un invento que acababa de recibir su nombre. Por entonces, y en distintos lugares del mundo, esta era un ejercicio de invención e implicaba experimentos y pruebas, fracasos y aciertos alrededor de una mezcla de conocimientos de química, física y convenciones del arte pictórico. La primera técnica fotográfica hecha pública fue el daguerrotipo, llamado así en honor a uno de sus creadores, Louis Daguerre (1787-1851)1. Este invento, publicado en 1839 en París, rápidamente comenzó a ser utilizado en distintos lugares del mundo. Los primeros fotógrafos emplearon el daguerrotipo para hacer retratos y tomar vistas arquitectónicas y de paisajes2.

Practicar la fotografía también consistía en la ejecución de una serie de procedimientos técnicos y en una búsqueda de sentidos y usos para esas nuevas maneras de captar imágenes. La fotografía fue pensada en sus inicios como una herramienta tanto para el arte como para las ciencias, ello debido a su poder de reproducir el parecido de las cosas, de copiar la realidad. Realizar fotografías era y es un ejercicio que conlleva producir, consumir y mirar. Debido a lo cual, hacia mediados del siglo XIX, a un mismo tiempo se estaba inventando esta práctica y a quien la producía: el fotógrafo. Los primeros sujetos que experimentaron e hicieron fotografías tenían algunos rasgos en común. Por ejemplo, quienes operaron tempranamente en Colombia fueron individuos ligados a círculos artísticos y científicos que disfrutaron la posibilidad de circular por espacios distintos a sus lugares de origen. 

El mismo año de la publicación del invento, 1839, el diplomático francés Jean-Baptiste Louis Gros (1789-1870) (imágenes 1 y 2) llegó a la Nueva Granada. Por medio de la técnica del daguerrotipo, Gros produjo las primeras imágenes fotográficas conocidas de estos territorios. A comienzos de la década de 1840, el pintor bogotano Luis García Hevia (1816-1887) comenzó a practicar la daguerrotipia, actividad que eventualmente se convertiría en su principal medio de subsistencia. A finales de la misma década, el comerciante estadounidense John Armstrong Bennet (1816-1900) instaló un estudio de fotografía en Bogotá con todas las características de los establecimientos del mismo tipo existentes en América del Norte y Europa, tal como lo exponía la publicidad sobre su negocio (imagen 3).

Hacer fotografías

Durante estos primeros tiempos de la fotografía, quienes esperaban poder producir las imágenes sobre plaquitas de metal debían tener o adquirir algún conocimiento sobre sustancias químicas y su conducta al contacto con la luz. También debían poseer algunas nociones del comportamiento de la luz frente al lente empotrado en la caja de madera, que constituía la cámara de daguerrotipos. El barón Gros, además de ser un diplomático consagrado3, fue un fotógrafo activo en distintos países4 y un miembro activo de los círculos parisinos del arte y la ciencia que se habían conformado alrededor de la fotografía. Charles Chevalier, autor de un manual sobre la daguerrotipia y creador de los primeros lentes para la producción de daguerrotipos, pertenecía a dichos círculos (imagen 4). Gros mantenía correspondencia con científicos, con quienes discutía sobre los últimos avances del medio fotográfico, y también presidió la Sociedad Heliográfica en París, en cuyos boletines se publicaban los resultados de los experimentos y las nuevas técnicas que surgieron después del daguerrotipo.

Luis García Hevia, debido a su experiencia como pintor, conocía las formas de plasmar y contener una imagen en una superficie material, sabía cómo componer una escena y cómo capturar detalles en retratos diminutos hechos sobre marfil con la técnica de la miniatura (imagen 5). Aprendió a hacer daguerrotipos tempranamente y en la Exposición del arte y la industria de Bogotá, llevada a cabo el 28 de noviembre de 1841, además de sus pinturas, por las que ya era reconocido localmente, también presentó dos daguerrotipos, una verdadera novedad5. García Hevia estableció su negocio de fotografía en Bogotá en 18576, donde, además de hacer retratos al daguerrotipo, implementó otras técnicas fotográficas: la fotografía al colodión –técnica patentada por el inglés Frederick Scott Archer en 1854 y que producía imágenes en negativo, los ambrotipos plasmados sobre placas de vidrio y que como resultado dejaban una imagen en positivo7, y, posteriormente, la fotografía en albúmina técnica ampliamente utilizada durante la segunda mitad del siglo XIX y que utilizaba claras de huevo como sensibilizador del papel de las fotos.

García Hevia también produjo tarjetas de visita, uno de los formatos que permitió la popularización de la fotografía desde mediados de la década de 1850, cuando fue patentado por el fotógrafo francés Disdéri. Este procedimiento sencillo y económico, usualmente realizado mediante copias en albúmina, dejaba como resultado varios ejemplares de la misma imagen hechos a partir de una misma toma y con un solo negativo8 (imágenes 6 y 7). García Hevia conocía las convenciones visuales del retrato, lo que deseaba ver el retratado, sabía cómo elaborar “lo artístico”, es decir, cómo crear imágenes asociadas a las estéticas socialmente entendidas como prestigiosas y buen gusto.

John Bennet había aprendido el oficio en el movimiento de su vida itinerante, tuvo estudios de daguerrotipo en varias ciudades de Norte y Suramérica, antes de establecerse en Bogotá9. Por su negocio, ubicado en la calle del Comercio de la capital neogranadina, pasaron varios personajes que aprendieron y practicaron la fotografía, como George Crane y Henry Jessup10.

La actividad comercial de Bennet lo puso en contacto con los materiales, insumos, sustancias químicas y otros bienes necesarios para hacer daguerrotipos. Bennet viajó con regularidad a Nueva York para abastecer su negocio, entrando a la Nueva Granada por Sabanilla o Santa Marta, con todo lo necesario para hacer de su Galería daguerrotipo un establecimiento moderno11. Allí podían observarse y mandarse hacer imágenes modernas de sí mismo, familiares y amigos. Hasta mediados de la década de 1850 Bennet se dedicó a la práctica fotográfica, actividad que alternó con su cargo de cónsul de los Estados Unidos en Bogotá y su labor de importador de telas, instrumentos quirúrgicos, pastillas milagrosas y otros muchos otros enseres que comercializaba en su negocio.

Ser moderno o verse moderno en las fotografías de estudio implicaba emular de alguna manera las posturas, vestuarios y gestos presentes en los retratos de personajes de las élites locales y foráneas, así como el uso de decoración similar a la de los salones europeos de la misma época, cuestiones que los fotógrafos del siglo XIX aprendieron a recrear en sus establecimientos. Estas galerías y negocios, como las de Bennet y García Hevia, se constituyeron como puentes hacia una modernidad deseada12. En dichos espacios, la práctica fotográfica se fue adaptando a los deseos y aspiraciones de la sociedad local. Con el nuevo medio verse retratado era más económico que cuando la única alternativa era la pintura, argumento que utilizó Bennet en la publicidad de su negocio. No obstante, este no dejaba de ser un ritual lujoso, al que tuvieron acceso individuos de las élites militares, eclesiásticas, políticas, comerciales e intelectuales del país (imágenes 8 y 9).  

Practicar la fotografía en Colombia en las primeras décadas después de su invención, requirió de la conexión de varios elementos: insumos, conocimientos y sujetos que circulaban entre distintos lugares. Estos cruzaban las fronteras de los estados nacionales, como lo hicieron Bennett y Gros, o recorrían distintas regiones del país como lo hizo García Hevia, quien ejerció como artista itinerante por varias poblaciones de Antioquia, los Santanderes y Venezuela13. La práctica fotográfica se formó en estas redes de personas, conocimientos y materialidades. En Colombia, a pesar de las conocidas dificultades para desplazarse por los territorios resultantes de la topografía y las malas vías de comunicación14, durante estos primeros años de existencia de la fotografía se evidenció una movilidad que permitió que confluyeran esos distintos elementos en circulación. Constatar dicha situación nos debe conducir a matizar un poco esas nociones de aislamiento y hermetismo nacional que se han postulado para caracterizar la Colombia decimonónica. Desde el año de su publicación en Paris se conoció en estos territorios la información sobre cómo hacer fotografías15. Así mismo, aquí circularon libros sobre los procesos químicos y físicos para elaborar las imágenes y, por supuesto, circularon las personas que ejecutaron dichas operaciones.

*Historiadora de la Pontificia Universidad Javeriana, magíster en historia de la Universidad de los Andes

Referencias bibliográficas

1 El otro inventor del daguerrotipo fue Joseph Nicephore Niépce (1765-1833), cuyos experimentos tempranos también fueron reconocidos por el Estado francés años después de su muerte.  Volver arriba

2 Quentin Bajac. La invención de la fotografía: la imagen revelada (Barcelona: Blume, 2011), 38.  Volver arriba

3 Halim Badawi, “Jean Baptiste Louis Gros, el heredero de Humboldt”, en Historia Urgente del Arte en Colombia. Dos siglos de arte en el país. (Bogotá: Critica, 2019), 29-30.  Volver arriba

4 John Hannavy (ed.), Encyclopedia of nineteenth-century photography (Nueva York: Routledge, 2008), 623-624.  Volver arriba

5 El Constitucional de Cundinamarca, (3 de diciembre de 1841).  Volver arriba

6 Eduardo Serrano Rueda, Myriam Acevedo y Oscar Monsalve. Historia de la fotografía en Colombia (Bogotá: Museo de Arte Moderno, 1983), 28.  Volver arriba

7 El Mosaico: miscelánea de literatura, ciencias i música, n.o 26 (5 de agosto de 1865).  Volver arriba

8 Beatriz  González, Manual de arte del siglo XIX en Colombia (Bogotá: Universidad de los Andes, 2013), 276.  Volver arriba

9 Frances Osborn Robb, Shot in Alabama: a history of photography, 1839-1941, and a list of photographers (Tuscaloosa: The University of Alabama Press, 2016).  Volver arriba

10 El Neogranadino, (4 de octubre de 1850).  Volver arriba

11 El Neogranadino, (21 de abril de 1849 y 21 de septiembre de 1850).  Volver arriba

12 Edward Goyeneche, Fotografía y sociedad (Medellín: La Carreta Histórica, 2009), 28.  Volver arriba

13 Rafael Ramón Castellanos, “Luis García Hevia en Venezuela”, Revista de la Universidad de la Salle, (1971): 32-32, José Joaquín García, Crónicas de Bucaramanga (Bogotá: Imprenta de Medardo Rivas, 1896) y Marina Gonzalez, Fotografía en el gran Santander desde sus orígenes hasta 1990 (Bucaramanga: Banco de la República, 1990).  Volver arriba

14 John A. Bennet publicó un relato de viajes en el que hizo énfasis en las dificultades de la topografía durante su primer viaje de Nueva York a Bogotá. John Armstrong Bennet, "My first trip up the Magdalena, and life in the heart of the Andes", Journal of the American Geographical Society of New York, 1877.  Volver arriba

15 “Descubrimientos artísticos”, El Observador, (22 de septiembre de 1839).  Volver arriba

Imagen principal Media
[5] Luis García Hevia. 1876?, dibujo sobre papel, 30 x 22 cm - F. Urdaneta 205.  Alberto Urdaneta (1845-1887)