Si asumimos que la independencia fue, entre muchas otras cosas, una revolución de inspiración liberal que aspiraba a suprimir el régimen absolutista impuesto por la monarquía española, debemos tener presente que el modelo liberal implicaba la abolición del sistema corporativo de organización que caracterizaba a las sociedades del antiguo régimen. Las comunidades o pueblos de indios fueron, desde los comienzos del régimen colonial, elemento fundamental de ese sistema en América. La congregación forzada de los indígenas en pueblos regidos por el cura, el cacique, el cabildo y el corregidor, y dotados de resguardos o tierras de comunidad, se constituyó en el soporte económico del sistema colonial, y también en el origen de nuevas identidades e intereses étnicos tutelados por la monarquía, y garantizados por lasLeyes de Indias . El protector de naturales era el funcionario destinado a preservar y defender los derechos y fueros de las comunidades indígenas, con frecuencia amenazados o vulnerados por sus vecinos blancos o mestizos. Las reales audiencias, por su parte, tenían como uno de sus principales deberes la protección de los indios.

No es de extrañar, entonces, que en los tiempos revueltos de la independencia, puestos ante la disyuntiva de escoger entre sus opresores criollos que acaudillaban la revolución, y una monarquía paternalista que había producido una profusa legislación en su favor, los indígenas hubiesen optado por el partido realista. La alternativa ofrecida por los promotores de la independencia, en cambio, resultaba incierta, cuando no abiertamente amenazante, como quiera que, desde el primer momento, éstos habían promovido la abolición de los resguardos, los cabildos y los pueblos de indios, con el argumento de la “igualdad ciudadana”, adobada con la supresión del tributo indígena.

Sin embargo, como el resto de los sectores subordinados de la sociedad colonial, los indios no siempre tuvieron la posibilidad de expresar libremente sus simpatías políticas. Forzados por las circunstancias, la influencia de los curas, corregidores o “defensores”, cuando no por la simple y llana imposición de la fuerza por parte de los ejércitos combatientes, en más de una ocasión fueron inducidos u obligados a respaldar con alimentos, ropas, alojamiento y hombres a las tropas que ocasionalmente ocuparan su territorio. Por ello, como el resto de la población neogranadina, también entre los indios hubo realistas y patriotas, si bien fueron mayoría los defensores de la monarquía española.

Los indios realistas

Con la única excepción de Cartagena, las provincias caribeñas de la Nueva Granada fueron proclives al mantenimiento del régimen monárquico. Desde 1813 el gobierno realista instalado en Santa Marta afrontó el permanente asedio de los ejércitos insurgentes de Cartagena y Santafé, que en más de una ocasión fueron rechazados gracias al apoyo de los indios que residían en los pueblos vecinos de Mamatoco, Gaira, Bonda y Ciénaga. Fue tan importante el respaldo de los indios que en 1816 el gobierno español nombró capitán de los reales ejércitos al cacique de Mamatoco. Tal fue la lealtad y la constancia de estos indios, que todavía en 1823 guerrillas indígenas fueron capaces de tomarse a Ciénaga y a Santa Marta. El 4 de enero de ese año se izó la bandera española en el castillo del Morro, último foco de la resistencia realista en el Caribe neogranadino. Un comportamiento similar asumieron los indios guajiros de Riohacha. E incluso en tierras de la insurgente Cartagena hubo levantamientos de indios realistas en las Sabanas de Corozal en 1813.

En la región andina, cuya población indígena era mucho más numerosa, la mayoría de los pueblos de indios se declararon adictos a la causa del rey. Particularmente fieles a la monarquía se manifestaron la mayoría de los pueblos indios de las extensas provincias de Tunja y Cundinamarca. Incluso en Antioquia, varias comunidades expresaron su disposición a servir al rey con abastos, animales y hombres. Pero sin duda fue Pasto el distrito colonial más fiel a la monarquía. Desde 1809 y hasta 1823 los pastusos, con el apoyo entusiasta de los 21 pueblos de indios que moraban alrededor de la ciudad, constituyeron el bastión realista más obstinado. En los primeros años de la lucha emancipadora, y en defensa del rey, se enfrentaron primero a los quiteños, luego a los caleños y poco después al ejército santafereño comandado por Antonio Nariño. Años más tarde lo harían con Simón Bolívar, durante la célebre Campaña del Sur. Y dando muestras de una lealtad y una capacidad de combate y resistencia a toda prueba, aun después de la caída de Guayaquil y Quito en manos de los ejércitos republicanos, en 1823 los pastusos, comandados por Agustín Agualongo, tuvieron los arrestos suficientes para encarar a Bolívar en Ibarra, y al coronel Tomás Cipriano de Mosquera en Barbacoas. Es decir, que cuando ya todo en Nuevo Reino de Granada y la Presidencia de Quito estaban en manos de los patriotas, en Pasto seguía tremolando la bandera española y el rey Fernando seguía siendo proclamado como “El Deseado”.

Los indios "Patriotas”

Curiosamente, en la historia escrita sobre la independencia de la Nueva Granada se ha dedicado más espacio a los indios “realistas”, que a aquéllos que se alistaron en los ejércitos patriotas o combatieron a su lado. Este silencio bien podría deberse a la ausencia de grandes movilizaciones colectivas o acciones militares destacables de parte de los indígenas en favor de la independencia. No obstante, en la Nueva Granada los ejércitos de uno y otro bando reclutaron indistintamente a indios, negros y mestizos. Así, indígenas de las provincias de Tunja y Santa Fe debieron servir como cargueros, proveedores, enfermeros o soldados tanto en los ejércitos patriotas como en los realistas.

Existen, por lo demás, claros indicios de que en aquellas regiones en las cuales la población indígena era mayoritaria o tenía un importante peso demográfico, los dirigentes patriotas hicieron todo lo posible por obtener su apoyo, ya fuese éste logístico (alojamiento, alimentos, bestias) o militar, mediante la recluta de cargadores o combatientes. Y en más de una ocasión lo lograron. Tal fue el caso, por ejemplo, de Antonio Nariño, quien antes de emprender su infortunada expedición al sur del año 1813, que lo llevaría a su derrota y prisión en Pasto, solía pasearse por las calles de Santa Fe acompañado del cacique del pueblo de La Plata, Martín Astudillo, quien le había ofrecido el apoyo de los indios de su comunidad para cruzar el temible páramo de Guanacas, en su paso hacia Popayán y Pasto. También los paeces de Tierradentro jugaron un papel muy destacado en las luchas emancipadoras del lado patriota. La reconocida beligerancia de estos indios y la localización de su pueblo en la vía de paso de las tropas patriota hacia el sur, llevó a que sus hombres fueran reclutados como soldados en importante número, y que incluso algunos de ellos alcanzaran alguna prestancia, como el coronel Agustín Calambás, quien al mando de los suyos fue apresado y fusilado por los realistas en Pitayó, en medio de la campaña de reconquista. Igualmente destacada fue la participación de los paeces en otros hechos de guerra como la toma de Inzá en 1811, o las batallas del Bajo Palacé y Alto Palacé, Calibío, Río Palo, Cuchilla del Tambo y Pitayó.

De los indios “patriotas” de la región Caribe se sabe menos. No obstante, hay indicios de que algunos pueblos fueron incendiados por sus propios moradores antes que entregarlos a las tropas del ejército español de reconquista, como fue el caso de Turbana, en las goteras de Cartagena. En otros lugares de esta misma provincia, los indios resistieron activamente a las tropas de Morillo, tal como sucedió en los pueblos de Malambo, Usiacurí, Baranoa y Galapa, cercanos a la insurgente villa de Barranquilla, en algunos de los cuales se formaron guerrillas de apoyo a los ejércitos patriotas.

*Jairo Gutiérrez Ramos. Doctor en Historia, Universidad Nacional de Colombia. Profesor, Escuela de Historia, Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga

Referencias bibliográficas

  • Garrido, Margarita. Reclamos y representaciones. Variaciones sobre la política en el Nuevo Reino de Granada , Bogotá, Banco de la República, 1993.
  • Guerrero Vinueza, Gerardo León. Pasto en la guerra de independencia,1809-1824 , Bogotá, Tecnoimpresores, 1994.
  • Gutiérrez Ramos, Jairo. Los indios de Pasto contra la República (1809-1824) , Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2007.
  • Helg, Aline. Liberty & Equality in Caribbean Colombia, 1770-1835 , Chapel Hill, University of North Carolina Press, 2004.
  • Sæter, Steinar. Identidades e independencia en Santa Marta y Riohacha, 1750-1850 , Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2005