Adelaida Sourdis Nájera, miembro de número de la Academia Colombiana de Historia y correspondiente de las de Cartagena, Bogotá y Real Academia de Historia de España. 

 

La historia de Cartagena de Indias, capital del Departamento de Bolívar, ha sido determinada por la vocación de la ciudad como puerto comercial y Plaza Fuerte en la antigüedad y actualmente, además, como polo turístico y sede de importantes industrias y servicios.

En su cuarto viaje Cristóbal Colón avistó las costas colombianas. En 1499 Alonso de Ojeda con Juan de la Cosa y Américo Vespucio descubrieron el Cabo de la Vela , en la Guajira y entre 1501 y 1502, Rodrigo de Bastidas bordeó toda la costa colombiana y descubrió la bahía de Cartagena. Entrados los conquistadores en “tierra firme”, o sea en el continente, en 1509 la Corona de Castilla creó las primeras divisiones administrativas en un área geográfica cuya extensión apenas se intuía. Nueva Andalucía y Castilla de Oro se llamaron, en homenaje a los reinos poseedores del nuevo mundo descubierto. La primera abarcaba desde el Cabo de la Vela hasta el golfo de Urabá, o del Darién y la segunda el istmo de Panamá. En 1532, Pedro de Heredia, madrileño llegado a Santo Domingo con Bartolomé Colón y a Santa Marta con el gobernador Pedro de Vadillo, contrató con la Corona la conquista de una parte del territorio de Nueva Andalucía. Se le concedió la gobernación de Cartagena, que se extendía desde el río Magdalena hasta el golfo del Darién. Desembarcó en enero de 1533 y se asentó en el poblado de Calamarí (cangrejo en lengua nativa), en la isla de Karec a orillas de la bahía, que había sido abandonado por los indígenas. Después de buscar infructuosamente un sitio favorable con provisión de agua dulce para hacer la fundación a que estaba obligado, se decidió por el asentamiento nativo aunque no tuviera el anhelado río. Lo determinó la excelente bahía, bien protegida y con fondo suficiente para barcos de gran calado. Fundó la ciudad de Cartagena de Indias - para distinguirla de la Cartagena de España - , en junio de 1533.

La ciudad prosperó rápidamente en razón del saqueo de los pueblos indígenas de la comarca y, sobre todo, de las sepulturas zenúes, abundantes en oro. Se convirtió en un puerto importante adonde llegaban y desde donde salían hombres y productos hacia otros lugares del Caribe y hacia España. Su cercanía al río Magdalena la determinó como punto de partida al interior del continente a través de dicha arteria fluvial, que era el camino de entrada al Nuevo Reino de Granada, la gobernación concedida a Gonzalo Jiménez de Quezada en el país de los Muiscas. Desde muy temprana época fue víctima de piratas y corsarios que navegaban bajo las banderas de los enemigos de España. Entre 1543 y 1697 sufrió seis ataques mayores con gran pérdida de vidas y patrimonio. Entre ellos el del inglés Francis Drake en 1586, y en 1697 el del Almirante francés, Jean Bernard Desjeans, Barón de Pointis.

 

DE FLOTAS Y GALEONES



Los metales preciosos del nuevo mundo, en especial la plata de México y Perú, comenzaron a inundar a Europa a través de España y ésta fue presa codiciada por sus enemigos (Holanda Inglaterra y Francia) que trataban de arrebatarle algo de sus fabulosos tesoros. Para protegerlos se inventó entonces un sistema de transporte hacia América que operó con buenos resultados durante más de un siglo: la Carrera de Indias, constituida por flotas de barcos mercantes, especialmente galeones, protegidos por navíos de guerra comandados por un Almirante. Como complemento se estableció el sistema de puerto único habilitado: Sevilla, en España, Cartagena, Portobelo, la Habana y Veracruz en América.

 

SIGLOS XVII y XVIII



La ciudad crece en población, prosperidad económica e importancia geopolítica . Cartagena llegó a ser puerto principalísimo y lugar estratégico en el Caribe. Su misión era proteger el tesoro del Perú y resguardar y aprovisionar la flota hasta su partida. En segundo término, actuar como Plaza Antemural y llave(1) del Nuevo Reino de Granada. Se organizó un complejo sistema de comunicaciones entre el Pacífico y el Caribe en el cual la ciudad de Heredia era punto de apoyo vital. La plata peruana se embarcaba en la llamada “armadilla del Sur”, en el puerto de El Callao, rumbo a la ciudad de Panamá en el Istmo. Simultáneamente se enviaba aviso por tierra a Cartagena en donde estaba surta la flota, la cual zarpaba hacia Nombre de Dios, en el siglo XVI y a Portobelo en el XVII para recoger el tesoro peruano. Vuelta a Cartagena, carenados los barcos y debidamente aprovisionados con agua y alimentos para el largo trayecto hacia España, partía con su valiosa carga. Con ella iban las perlas de la Guajira , el oro del Cauca, de Antioquia y el Chocó y los productos del Nuevo Reino que habían llegado a Cartagena por tierra y a través de los ríos Cauca y Magdalena. Con el fin de facilitar la comunicación de la ciudad con este último, se excavó en el siglo XVI el Canal del Dique aprovechando una vía natural formada por varias ciénagas y caños. Parte de Calamar hasta desembocar, antes en la bahía de Barbacoas y actualmente en la de Cartagena(2).

FERIAS Y CONTRABANDO



La actividad comercial y portuaria fue el quehacer vital de los cartageneros. La ciudad giraba en función de la llegada y salida de las flotas, la reparación y aprovisionamiento de los navíos y, ante todo, las ferias que se organizaban para vender las ropas y mercancías europeas llegadas en los convoyes. El puerto, poblado por gentes de todas clases, nacionales y extranjeras, bullía de actividad y presentaba un aire cosmopolita y alegre. Posaderos, tenderos, barberos, sastres, zapateros, pintores, plateros, carpinteros, calafateros, herreros, cargadores… todos en función de lograr una ganancia. Los precios subían, se especulaba con la escasez y las necesidades del momento, y el comercio de Sevilla y de Cádiz hacía su agosto. El resultado fue de esperarse, el contrabando ejercido por holandeses e ingleses en connivencia con autoridades y agentes locales, tejió una tupida red que fue el dolor de cabeza de la Corona pues nunca logró erradicar el lucrativo negocio.



FORTIFICACIONES



Desde que Cartagena sufrió los primeros asaltos piráticos sus habitantes reclamaron la construcción de defensas. No obstante, sólo después de los ataques de Hawkins y Drake la Corona determinó construir el imponente sistema defensivo, que encerró totalmente la ciudad con una muralla de piedra intercalada con fuertes y baluartes, la organizó como una Plaza Fuerte y la hizo inexpugnable(3). Pero no fueron tanto los ruegos de sus fieles vasallos los que decidieron a Felipe II a iniciar la construcción del monumental aparato de guerra, como la importancia de la ciudad en la geopolítica imperial pues era apoyo vital en la defensa y las comunicaciones del Perú y el Sur de América con la metrópoli. Para defender las más preciadas joyas de la Corona : el país de los Incas y el de los Mayas y Aztecas, se organizó un complejo sistema defensivo que bordeaba todo el mar Caribe(4) cuya eficiencia se probó a través de los años, pues a pesar de los múltiples intentos de sus enemigos y de su propia recesión y decadencia en el siglo XVII y buena parte del XVIII, España conservó casi intacto su imperio americano. Sólo lo perdió cuando sus propios súbditos decidieron hacer casa aparte.

PUERTO NEGRERO



Otro dudoso honor le cupo a Cartagena, ser la sede del tráfico de esclavos. La conquista, el maltrato, la sobreexplotación y en buena medida, las enfermedades y los males del alma, produjeron en el siglo XVI un catastrófico descenso de la población indígena que estuvo a punto de desaparecer. Se planteó entonces la necesidad de traer esclavos negros para reemplazar a los indios en las más arduas tareas de producción. Cartagena y Veracruz fueron los puertos de recibo del inhumano cargamento. Hacinados en embarcaciones sin las mínimas condiciones de salubridad, muchos enfermaban y morían en la travesía. El siglo XVII vio desfilar los barcos negreros trayendo “cargazones” de las costas y el Norte de África. Muchas etnias con diferentes lenguas, costumbres y creencias se mezclaban en el puerto haciendo de aquello un verdadero babel. Los compraban en pública subasta gentes de todas clases: padres de familia, comerciantes, ganaderos, agricultores, dueños de minas; en suma, todo aquel que podía darse el lujo de tenerlos. Sus precios eran elevados y llegaron a constituir el activos más valioso de las haciendas y las empresas mineras. De Cartagena partía la mayoría al interior del país, a Santafé, a las minas de Antioquia, Cauca y Chocó, y a destinos aún más lejanos en Quito o Perú. Un ínfimo consuelo tenían esos infelices, los amorosos cuidados y auxilios que les prestaba Pedro Claver, un bondadoso jesuita que dedicó su vida a socorrerlos. Sus esfuerzos y dedicación le merecieron la santificación y el título de “apóstol de los negros” con el que hoy se le venera. En el siglo XVIII la esclavitud decayó y dejó de ser rentable por el aumento de la población mestiza libre, que alquilaba sus servicios a precios ínfimos y a quien no había que albergar y vestir.

POBLACIÓN



Antes de la llegada de los españoles la costa colombiana a la altura de la provincia de Cartagena estaba habitada por tribus indígenas primitivas, belicosas y valientes, que defendieron con fiereza su territorio frente al invasor con flechas envenenadas lanzadas tanto por hombres como por mujeres. Pertenecían a la familia de los caribes, eran pescadores, recolectores y cultivaban la yuca y otros frutos de la tierra. Creían en el más allá, enterraban a sus muertos con ofrendas funerarias y en sus rituales algunos devoraban a sus enemigos. Fabricaban una cerámica sencilla, tejían la paja y el algodón y habitaban en bohíos construidos en bahareque y palma. Fueron violentamente sometidos por los españoles. En el interior de la provincia, en la cuenca de los ríos Sinú y San Jorge floreció la civilización Zenú, una importante cultura hidráulica que en épocas anteriores al siglo séptimo de nuestra era desarrolló un sistema de canales que controlaban las crecidas de los ríos, evitando las inundaciones en un área de aproximadamente 500.000 hectáreas . Fueron hábiles orfebres del oro(5).



Adolfo Meisel y María Aguilera presentan el siguiente cuadro de crecimiento demográfico de la ciudad en doscientos cuarenta y cuatro años(6).

 

AÑO

 

POBLACIÓN

1565

1.000

1630

6.000

1684

7341

1709

4.556

1777

13.690

1809

17.600

INQUISICIÓN



En 1610, cuarenta años después de haberla establecido en América, la Corona determinó crear un tercer tribunal del Santo Oficio de la Inquisición pues los de México y Lima no alcanzaban a cubrir el vasto imperio de ultramar. El sitio escogido fue Cartagena de Indias, adonde llegaron en septiembre de ese año los primeros inquisidores, los licenciados Pedro Mateo de Salcedo y Juan de Mañozca. Su jurisdicción era amplísima, cubría las islas de Barlovento y las provincias que dependían de las Audiencias de Santafé y de Santo Domingo. En términos eclesiásticos esto comprendía los obispados de Santo Domingo, Puerto Rico, Santiago de Cuba, Panamá, Cartagena, Santa Marta, Caracas, Santafé y Popayán(7). Permaneció en Cartagena hasta el 11 de noviembre de 1811, cuando la ciudad declaró su independencia absoluta de España y expulsó a los inquisidores quienes huyeron hacia Santa Marta. Con la reconquista por Pablo Morillo en 1816 regresó el odiado Tribunal. Actuó hasta 1821, fecha en que las últimas tropas realistas salieron para siempre de Colombia. Anna María Splendiani, estudiosa del tema, informa que durante los doscientos años de su vigencia la Inquisición llevó a cabo doce autos de fe, el primero en 1614, y les siguió juicio a aproximadamente ochocientas cincuenta personas de las cuales cinco fueron quemadas. El último reo juzgado fue el santafereño Rafael Barragán por haber proferido proposiciones heréticas. Fue muy sonado un auto de fe celebrado en 1636 en el cual se condenó a varios portugueses residentes en la ciudad por practicar el judaísmo. Se reunían en secreto en una casa del barrio Getsemaní para orar y estudiar la ley mosaica, respetaban el sábado y el ayuno judío y contribuían con dinero al sostenimiento de la comunidad judeo - portuguesa de Amsterdam. No fueron quemados pero se les torturó y desterró para siempre de los dominios españoles(8).

EL SIGLO XIX, INDEPENDENCIA, SACRIFICIO Y RECESIÓN



Las ideas liberales y autonomistas, ya incubadas en los criollos por la ilustración española, el enciclopedismo francés y la revolución de las colonias inglesas, tuvieron gran aceptación entre los dirigentes criollos, que se sumaron al movimiento contra Napoleón Bonaparte para preservar el imperio español bajo su monarca legítimo. Este movimiento, que sólo pretendió en un principio aplicar las ideas de la soberanía emanada del pueblo y no del derecho divino de los reyes y de la legítima resistencia al tirano para llenar el vacío de poder que había dejado la vacancia del trono por la prisión de los reyes, evolucionó hacia la idea de independencia absoluta de la metrópoli. Fue un proceso iniciado con las revoluciones de 1809 y 1810 y culminado en 1824 con las guerras de independencia. Dos etapas se distinguen en Colombia, en ese entonces Nueva Granada: de 1810 a 1815 y de 1816 a 1821. En la primera se organizaron la Juntas Supremas de Gobierno, en un principio defensoras de los derechos del Rey prisionero, pero autonomistas en su concepción de un gobierno propio no dependiente de las autoridades provisionales de España. En una segunda fase, con el desarrollo de los acontecimientos y las influencias externas esos cuerpos tomaron un carácter independentista radical, que se concretó en la guerra final liderada por Simón Bolívar.

En Cartagena se organizó la primera Junta Suprema de Gobierno el 22 de mayo de 1810, cuyo ejemplo siguieron los criollos de Cali, el tres de julio, Pamplona el cuatro, Socorro el diez y la capital Santafé, el veinte(9). Poco después en la provincia cartagenera se inició la emancipación absoluta. Mompox declaró su independencia de España el 6 de agosto de 1810 y fue duramente reprimida por Cartagena, pero un año después, el once de noviembre de 1811 la ciudad amurallada declaró su separación absoluta de España y estableció el Estado “libre, soberano e independiente”(10) de Cartagena de Indias. Esta república duró hasta el cinco de diciembre de 1815 cuando los patriotas evacuaron la ciudad ante la imposibilidad de continuar resistiendo a los ejércitos al mando del General Pablo Morillo, enviados por Fernando VII para reconquistar la Capitanía General de Venezuela y el Virreinato de la Nueva Granada.

Cartagena y su provincia soportaron un pavoroso asedio. La provincia fue invadida desde Santa Marta por tres puntos diferentes y la ciudad fue sitiada por mar y tierra durante 107 días. Las tropas invasoras impidieron la entrada de alimentos y refuerzos hasta rendir la Plaza por hambre. Caballos, burros, perros, cueros, ratas y otras alimañas fueron consumidos por una población hambrienta que prefirió la muerte antes que entregarse. El cinco de diciembre de 1815, al caer la tarde los patriotas evacuaron la ciudad en una flotilla de naves corsarias que logró burlar el cerco de los barcos realistas. Muchos naufragaron y otros fueron abandonados por los corsarios en playas panameñas después de haber sido despojados de las pocas pertenencias que habían logrado salvar. El seis de diciembre los españoles entraron a la ciudad donde sólo encontraron desolación y muerte. Eran tantos los cadáveres y tal la pestilencia, que Morillo ordenó apilarlos en barcazas, echarlos al mar y hacer sahumerios en toda la ciudad. Los relatos cuentan que se formó sobre la Plaza una densa nube que la cubrió durante varios días(11).

El siglo XIX vio el desplome de la otrora orgullosa Plaza Fuerte Antemural del Reino. Fue el último reducto de los españoles hasta el final de la guerra en junio de 1821, fecha en que las tropas de tierra y mar, comandadas por el General Mariano Montilla y el Capitán de Navío y Jefe de la Escuadra José Prudencio Padilla, lograron rendirla. El Teniente Coronel José María Córdoba, al frente del batallón de Antioquia fue el primero en entrar al recinto amurallado por la puerta de la Media Luna (infortunadamente demolida junto con otros baluartes y cortinas de murallas entre 1880 y 1924)(12).

El costo de la independencia fue catastrófico para Cartagena y su provincia(13). Significó la destrucción de su economía, la pérdida de su preeminencia geopolítica, el empobrecimiento y la recesión económica durante casi un siglo. La destrucción de la ciudad significó una caída dramática de su población. Perdió la mitad de sus habitantes y la casi totalidad de su clase dirigente, muerta durante el sitio, emigrada o sacrificada en los patíbulos de las autoridades realistas. De 18.708 personas que se calcularon para la ciudad en 1815, la población descendió según el censo de 1835 a 11.929 personas y siguió disminuyendo durante el siglo. En 1905 Cartagena apenas albergaba a 9.681 personas(14).

UN SIGLO PERDIDO



La república se construyó con derroteros diferentes y Cartagena quedó abandonada a su suerte. El canal del Dique obstruido por los realistas la dejó sin su mejor comunicación con el río Magdalena. El comercio que había sido su actividad principal decayó pues el volumen de las transacciones nacionales disminuyó y la ciudad ya no era puerto único. Además, el situado había dejado de llegar desde comienzos de la emancipación. El puerto y la aduana de Santa Marta sobrepasaron con mucho a Cartagena y a partir de 1870 Barranquilla se consolidó como el principal centro de la región y la tercera ciudad del país..

RECUPERACIÓN LENTA PERO SEGURA



Rafael Núñez, el hijo más preclaro de Cartagena, cuatro veces presidente de la república y padre de la constitución de 1886 que rigió a Colombia durante 105 años, fue artífice de la recuperación de la ciudad iniciada a finales del siglo XIX con la canalización del Canal del Dique. La reanudación de la navegabilidad de dicha vía y de los ríos Sinú y Atrato, la construcción del muelle de la Machina y la reactivación del puerto, la expansión de la ganadería y las exportaciones de vacunos hacia el interior del país, las Antillas y Venezuela y el alto volumen de las exportaciones de café, que sumaron 34.653 toneladas en 1898, permitieron que Cartagena se consolidara como el segundo puerto del país después de Barranquilla. La recuperación demográfica comenzó por fin en la siguiente centuria Entre 1912 y 1951 la tasa de crecimiento poblacional se situó en un 3.2%, la más alta en toda la historia de la ciudad, aunque estuvo por debajo de la de otras ciudades intermedias del país(15).

PETRÓLEO E INDUSTRIA



Dos factores marcaron el crecimiento económico en la primera mitad del siglo XX: la construcción del ferrocarril a Calamar, que mejoró la comunicación de la ciudad con el río Magdalena y el establecimiento de la Andean Petroleum Company. Esta empresa contrató con el gobierno la construcción de un oleoducto para transportar el petróleo del campo de “Las Infantas”, en Santander, hasta Mamonal, en la bahía y se vinculó a la ciudad amurallada como sede de sus negocios. Cartagena se convirtió en el primer puerto exportador de petróleo del país por lo cual el valor del tráfico de exportación superó al de Barranquilla. La Andean Construyó importantes obras de infraestructura y generó empleo lo que reanimó la vida económica de la ciudad(16).

En 1957 se terminó de construir en Mamonal una refinería de petróleo por la compañía INTERCOL. En 1974 la planta pasó a ser propiedad de la Empresa Colombiana de Petróleos ECOPETROL y diez años más tarde fue modernizada y ampliada. La confluencia de la industria petrolera y el gas natural generaron el nacimiento de un importante complejo petroquímico para producir amoníaco, acido nítrico, urea, abonos complejos y negro de humo, polietileno, P.V.C., cloro y otros productos. Ampliado el complejo, en la década de 1980 se crearon nuevas industrias de cemento, polietileno y polipropileno, surfactantes, aditivos para las industrias de detergentes y de cosméticos, poliuretanos y resinas epóxicas. Al lado de las petroquímicas se desarrollaron las metalmecánicas, de plásticos y del ramo de alimentos(17). En 2006 se constituyó la sociedad Refinería de Cartagena S.A, entre ECOPETROL y Glencore para ampliar la capacidad de carga de la planta, mejorar su factor de conversión y permitir la producción de combustibles más limpios(18).

La segunda mitad del siglo se caracterizó por el continuo crecimiento de la economía. La construcción, ligada al auge del turismo se presentó como uno de los sectores más dinámicos y la actividad portuaria se consolidó como la primera en el país. Cartagena movilizó el 34% de la carga total de todos los puertos nacionales(19).

TURISMO Y CULTURA



A partir de mediados del siglo pasado la actividad turística cobró importancia en el mundo. Colombia tomó la determinación de desarrollar la industria y Cartagena se convirtió en el primer destino para el turismo nacional e internacional. A fin de adecuar la ciudad a su nuevo objetivo el Gobierno nacional emprendió un programa de revalorización y restauración de su arquitectura monumental, bastante completa a pesar del “murallicidio” del siglo XIX. Castillos, baluartes, fuertes y murallas recobraron su antiguo esplendor bajo la dirección de expertos nacionales y extranjeros. Le siguieron las antiguas casonas que volvieron a vivir en manos de propios y foráneos. Se construyeron hoteles y un gran Centro de Convenciones, se montaron restaurantes, se organizaron festivales: de cine, de literatura, de música, el concurso nacional de la belleza …

Como las fortificaciones constituyen la muestra más completa de la arquitectura militar del imperio español en América, en 1984 la UNESCO declaró al sector histórico de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad. Actualmente Cartagena tiene la categoría de Distrito Turístico Y Cultural y es sede alterna y habitación del Presidente de la República en el Caribe, en la Casa del Fuerte de San Juan de Manzanillo, hermosamente restaurado y acondicionado para instalaciones del primer mandatario y alojamiento de huéspedes ilustres de Colombia.

INDICADORES SOCIALES Y ECONÓMICOS



En esta “ciudad de los espejos”, como la llamó Alberto Abello en razón del reflejo un tanto irreal que produce su historia y su centro amurallado cargados de misterios que acaparan la atención y se quedan en los imaginarios colectivos, se mantiene una enorme inequidad social. Es una ciudad dual, fragmentada, en la cual la distribución del ingreso es profundamente desigual y gran parte de sus habitantes sufre la pobreza y la miseria. En una población estimada en el 2003 en un millón de personas, el 80% vivía en estratos uno, dos y tres, un 15% en estratos cuatro y cinco y sólo un 4% en estrato seis. En 2002 el 74% de las familias registradas en el Sisben pertenecían a los estratos 1 y 2. A ellos se suman los numerosos desplazados por el conflicto armado que llegan diariamente buscando una nueva vida(20).

Se hacen esfuerzos continuados por dar soluciones al problema y los indicadores sociales de 2007, elaborados por varias instituciones de la ciudad, muestran una mejoría en los sectores de salud, en el cual se logró en 2006 en el Régimen Subsidiado de Salud una cobertura casi total de la población; servicios públicos de agua, alcantarillado, energía eléctrica y gas, en el cual hubo un incremento notable en el estrato 1 seguido del 6; en los delitos contra la vida y el patrimonio que se redujeron a 324 en el primer semestre de 2007. El desempleo disminuyó ligeramente pero la mayor ocupación ocurrió en el sector informal donde un 65.4% de los trabajos se dieron en actividades excluidas de los beneficios legales, contra un 34.6% de los puestos laborales en el sector formal. La deserción escolar fue del 23.4%(21). Los resultados económicos han sido positivos. El 2006 mostró un bajo aumento en los precios, creación de nuevas empresas, crecimiento de la industria, especialmente en el sector de la construcción, aumento de la ocupación hotelera, crecimiento del comercio exterior y de las captaciones del sistema financiero(22).

El “corralito de piedra”, como la bautizó cariñosamente Daniel Lemaitre, o “la heroica” como la ha denominado la historia, es una de las ciudades más queridas por los colombianos que sueñan con visitarla, no sólo porque ven en ella un bello símbolo de la nacionalidad, sino porque el cartagenero se distingue por su alegría, su natural inteligencia, su afán de servicio y su actitud acogedora hacia todo el que llega.

Bibliografía

(1) Se llamaban “llaves” a los puntos que abrían la entrada a los territorios continentales e insulares del imperio. Existieron 20, la primera era Veracruz, llave del virreinato de Nueva España y la 20 era Jamaica, llamada la “llave perdida del imperio español” pues cayó en manos de los ingleses en 1659. Cartagena era la número 15.



(2) Su curso original rectificado para desembocar en la bahía de Cartagena está produciendo un peligroso fenómeno de sedimentación que amenaza las condiciones de navegabilidad de la bahía.



(3) Ver: SEGOVIA SALAS, Rodolfo, Las fortificaciones de Cartagena. Bogotá, 1982, Carlos Valencia Editores.



(4) Ver: SEGOVIA SALAS, Rodolfo, El lago de piedra: la geopolítica de las fortificaciones españolas del Caribe (1586—1786). Bogotá, 2006. El Ancora Editores.



(5) Ver: PLAZAS, Clemencia y Ana María FALCHETTI de SÁENZ, Asentamientos Prehispánicos en el Bajo Río San Jorge. Bogotá, 1981, Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, Banco de la República.



(6)MEISEL ROCA, Adolfo y María AGUILERA DIAZ, Cartagena de Indias en 1777: un análisis demográfico. Bogotá, 1997. Biblioteca Luís Ángel Arango, Boletín Cultural y Bibliográfico, No. 45, p. 24.



(7)Popayán estaba sujeta a la Audiencia de Quito, pero la jurisdicción eclesiástica no siempre correspondía a la a la administrativa por lo cual esta ciudad quedó bajo el tribunal de Cartagena.



(8)SPLENDIANI, Anna María. Cincuenta años de inquisición en el tribunal de Cartagena de Indias 1610 - 1650. Bogotá : Centro Editorial Javeriano - Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1997.



(9)SOURDIS, Adelaida, Cartagena de Indias durante la Primera República 1810—1815. Banco de República. Bogotá, 1988. pp. 28—29.



(10)Acta de Independencia de Cartagena.



(11)SOURDIS, Adelaida, Cartagena de Indias durante la primera República… op. cit.



(12)Ver: Cronología del murallicidio, en: MEISEL ROCA, Adolfo y María Aguilera Díaz , La economía de Cartagena y los beneficios de la apertura. Cartagena, 2004, Banco de la Republica.



(13)La provincia de Cartagena comprendía los actuales departamentos de Atlántico, Bolívar, Córdoba, Sucre y San Andrés y Providencia, el único que por su situación geográfica insular se salvó de la destrucción.



(14)SOURDIS NÁJERA. Adelaida, El precio de la independencia: la población de Cartagena de Indias (1814—1816). Ponencia presentada en el IV Congreso Internacional de Historia de los Procesos de Independencia en la América Española. Bucaramanga, 2006. En: Anuario de Historia Regional y de las Fronteras. Vol. 12, septiembre 2007. Universidad Industrial de Santander. Boletín de Historia y Antigüedades. Vol. XCIV, No. 836. Bogotá, 2007.



(15)MEISEL ROCA y AGUILERA, op. cit.



(16)Ibíd.



(17)SOURDIS, Adelaida, Reseña Histórica, El departamento de Bolívar. En: Bolívar y Cartagena: Compendio Estadístico. Cartagena, 1992. Banco de la República, Investigaciones Económicas.



(18)http://www.ecopetrol.com.co/contenido



(19)OBSERVATORIO DEL CARIBE COLOMBIANO, Cartagena de Indias, sobrellevando la crisis. En: Cuadernos Regionales, No. 7, octubre 1999.



(20)ABELLO, Alberto, Cartagena de Indias, la Ciudad de los Espejos . Ponencia presentada en el seminario “La ciudad desde el margen”, organizado por el Observatorio del Caribe Colombiano y la Secretaría de Planeación Distrital. Cartagena, 26 de junio de 2003.



(21)OBSERVATORIO DEL CARIBE COLOMBIANO, Cuadernos de Coyuntura Social de Cartagena, No. 11, octubre 2007. Indicadores Sociales de Cartagena.



(22)OBSERVATORIO DEL CARIBE COLOMBIANO, Cuadernos de Coyuntura Económica de Cartagena, no. 21, noviembre de 2006.