Por: MARÍA HIMELDA RAMÍREZ.

Don José Miguel Nieto de Paz y Doña Josefa Caicedo. Casados en esta parroquia manifestaron (…) que Felipe Santiago fue habido por ellos y lo reconocen como a su hijo. Que por no poder entonces realizar su matrimonio aunque ambos eran para ello libres y solteros y evitar el deshonor de la madre lo incluyeron en la Real Casa de Expósitos. Pero como ahora están ya casados y hayan cesado todos los inconvenientes lo declaran por su hijo legitimo…1

UN TORNO A DONDE SE ECHEN LOS NIÑOS CON UNA CAMPANILLA QUE SUENE

La Casa de los niños Expósitos y Mujeres recogidas de la ciudad de Santafé de Bogotá abrió sus puertas el día 11 de diciembre de 1642. Florentina Mora, quizás una de las funcionarias pioneras al servicio del Estado colonial, asumió el cargo de Madre de dicho establecimiento2. En el inventario que le entregaron, figuran veinte pañales de lienzo de lino de palma, doce mantillas de friza de lana, dos colchones pequeños de lienzo de palma con sus cunas y otros muebles y enseres3.

El estado colonial asumió así la tutela de los recién nacidos abandonados por sus padres o parientes. Las amas de cría quienes por lo regular fueron reclutadas entre los sectores populares, procedieron a ejercer una forma de maternidad sustituta a cambio de una remuneración salarial. Inés Díaz a finales de año 1670 en su informe anual como directora comentaba que en aquel momento se encontraban en la Casa doce niñas menores de cinco años y doce niños menores de siete "todos los quales son hijos de españoles y blancos…"4

Los establecimientos de recogimiento de mujeres, de acuerdo con el modelo de las casas de recogidas españolas, tomaron un gran impulso a partir del siglo XVI en las colonias5. Los motivos para la fundación de un lugar de reclusión para las infractoras santafereñas se formularon así: "Porque en esta ciudad y grandisisimos desordenes de que el S(eñor) Provisor me a informado con su cristiano celo en pecados publicos y mugeres perdidas, que por leves causas ponen diborcios a sus maridos con animo de que las depositen en casas particulares por vivir con toda livertad, y esta Real Audiencia no tiene como castigar este genero de gente sino con destierros que no tienen devida ex(ecusió)n por esconderse en partes ocultas…"6

La Casa privilegió entonces la atención a dos problemas sociales: el abandono de los recién nacidos blancos, y las transgresiones de las españolas, las criollas y las mestizas a la moral sexual y a la institución matrimonial. Esta entidad se inspiraba en una concepción de orden social que entendía de manera preferente el cuidado de la moralidad pública y el honor de los estamentos que presumían de pertenecer a la aristocracia local. Por ese motivo, la institucionalización de la asistencia social fundamentaba en la caridad cristiana integraba la protección de los recién nacidos abandonados con la vigilancia y el control de las mujeres que fueron estigmatizadas como transgresoras. En cambio, la pobreza, que afectaba a importantes núcleos de la población de la ciudad, era aceptada como parte de un orden natural. El ambiente de recogimiento y la oración era considerado propicio para la formación de los niños y las niñas y para la reconciliación de las transgresoras con Dios y su sociedad.

RECOGER Y ABRIGAR A TODOS LOS MENDIGOS

Durante la segunda mitad del siglo XVIII bajo el impulso de las reformas borbónicas de instauró la beneficencia en Santafé de Bogotá, forma de acción social inspirada en la filantropía, es decir, en el amor al género humano. El aumento de la población y la proliferación de pobres, vagos y mendigos en la ciudad animaron esa medida. El Real Hospicio de Santafé fue el proyecto que representó una nueva concepción sobre la pobreza que ya por aquella época se pretendía suprimir. El trabajo fue considerado un medio para su erradicación y para la corrección de los comportamientos que, según los ideólogos ilustrados, atentaban contra la moral y las buenas costumbres. Las Constituciones de los Hospicios de Santafé, aprobadas por cédula fechada en Aranjuez el 10 de junio de 1777, formularon así el objetivo de la entidad: "…se debe procurar con el mayor zelo recoger, y abrigar a todos los mendigos y desamparados de qualquiera edad, clase y condición que sean"7.

Se hizo explícito que de la misma forma debía procederse con las mujeres y sus hijos. Se incluyó además a los indios e indias pobres que llegaban a la capital a mendigar. La entidad no sólo albergaría a los verdaderos pobres sino también a los falsos para corregirlos, así como también a los vagos ociosos para que "examinada su aptitud disponga el gobierno que se le aplique al trabajo"8. Se dio continuidad a la penalización de las infractoras y se asistía en su reclusión. Además, la atención a los niños se integró como una sección del hospicio. El ambiente de éste, más semejante a un taller que a una casa de corregimiento, correspondía a una nueva racionalidad basada en el significado productivo que se le concedía al trabajo, al cual, por lo demás, se le otorgaba un sentido moralizador.

PARA NO COMPROMETER CON LA POBREZA EL DECORO DE LA MILICIA

Otra de las estrategias de la beneficencia colonial para prevenir la pauperización fueron los montes píos laicos. El rey Carlos IV sustentaba el Nuevo Reglamento del Monte Pío Militar de España e Indias de 1796 en las siguientes consideraciones: "El lastimosos estado de indigencia a que por lo común quedaban reducidas las viudas e hijos de los oficiales militares de todas clases (…) movió el Real ánimo de mi Augusto Padre a proporcionar su remedio, estableciendo con ese objeto un Monte de Piedad baxo las condiciones que tuvo a bien dictar en el reglamento expedido con fecha del 20 de Abril de 1761"9.

Las viudas, los huérfanos y las madres viudas de los oficiales y ministros de cualquier graduación 10 eran quienes tenían el derecho al cobro de las pensiones. las normas del Monte revelan una acentuada tendencia al refuerzo de las indentidades femeninas a partir de su definición en relación con el otro, un sujeto masculino, en este caso el esposo o el hijo. Alcanzar el rango de esposa de un militar durante la colonia exigía unos requisitos estrictos e orden moral y económico impuestos por la disciplina castrense. Estos se evaluaban desde el momento en que se sometía la candidatura de una joven a la aprobación real para convertirse en la esposa de un integrante del estamento militar. Los atributos asociados a la moral intachable de las mujeres operaban como elementos excluyentes. Por otra parte, tan sólo desde el rango de capitán podían los interesados causar la autorización para contraer matrimonio. El capítulo décimo del reglamento, con más de veinte artículos, se ocupaba de los trámites que los oficiales y ministros debía realizar para lograr la autorización real de las nupcias de los hombres de las diferentes compañías. El articulado se inicia con una amenaza: se sancionaría a los individuos que llegaren a casarse sin el permiso real. Además de ser privados del empleo, la familia perdería todos los derechos a los beneficios del establecimiento. Aunque en aquellos casos en que se produjese un indulto o un perdón real, no recobraría la familia los derechos11. La solicitud de la licencia se tramitaba a través de los generales o jefes respectivos. Sobre ellos reposaba la gran responsabilidad de las selección de las mujeres. Según mandato real, "…uno y otros jefes solo deberán dar curso y prestar apoyo a los casamientos que por la calidad y circunstancias de las mujeres merezcan mi Real aprobación…"12

En conclusión, los monjes píos se conformaron a partir de una concepción sacralizada de la estructura y la dinámica de la familia. Esta se fundaba en el matrimonio sacramental, el cual tenía finalidad básica la reproducción y, en términos funcionales, era regida por los modelo de las Sagradas Familias: San Joaquín, Santa Ana y la Niña María o San José, la Virgen María y el Niño Jesús. El padre laborioso ejercía de proveedor económico del grupo. La madre atendía el cuidado del hogar y la crianza. Los hijos constituían una dádiva divina. Bajo ese esquema, se presuponía la dependencia de la mujer y de los hijos de los ingresos del padre. Su fallecimiento ocasionaba la amenaza de desabastecimiento material del hogar. Las normalidad de la asistencia social y la beneficencia de la ciudad de Santafé de Bogotá durante la colonia, quizás no de cuenta de las realidades concretas de las gentes que aspiraron a acogerse a sus beneficios, o que lo hicieron. Sin embargo, sí refleja los valores hegemónicos, los matices sexuados y las actitudes ante los problemas sociales reconocidos en aquellos tiempos.

NOTAS

1. Archivo Parroquial de Nuestra Señora de las Nieves (Santafé de Bogotá). Bautismo, No. 9, antes No. 23. De 1801, f. 151, v.

2. RCHIVO GENERAL DE LA NACION, AGN (Colombia). Policia, Colonia, T. 1, fs. 106 a 243.

3. Ibid.f.140, r.

4. AGN. Policia, T. 3, f.641 r. Citado por María Imelda Ramírez, Las mujeres y la sociedad de santafé de Bogotá a finales de la Colonia (1750-1810). Tesis de maestría en Historia, Universidad Nacional de Colombia, 1996, p. 111.

5. María Dolores Pérez Blatazar. Mujeres marginadas. Las Casa de recogidas de Madrid. Madrid: Lormo, 1984, pp. 51 y 52.

6. AGN. Policia, Colonia. T. 1, f. 106

7. AGN. Policia, Colonia. T. 5, f. 190 r.

8. Ibidem.

9. AGN. Virreyes, T. 13, fs 999 r.a 1021 r.y Nuevo Reglamento que su majestad se ha servido expedir, Real 1796, p. 1.

10. Nuevo Reglamento… Capítulo VIII, artículo 1.

11. Nuevo Reglamento… Capítulo X, artículo 1.

12. Ibid., artículo 2.